La cultura del agua ha sido un referente para muchos pueblos de la Historia.

Ya los romanos conocían algunas de sus propiedades curativas y sus técnicas de canalización alcanzaron grandes cotas de desarrollo que se reflejaban en acueductos y otras obras de ingeniería civil.

La cultura del Agua en Granada

La cultura del agua ha sido un referente para muchos pueblos de la Historia.

Ya los romanos conocían algunas de sus propiedades curativas y sus técnicas de canalización alcanzaron grandes cotas de desarrollo que se reflejaban en acueductos y otras obras de ingeniería civil.

Pero fue desde luego la cultura de Al-Andalus y, sobre todo, el reino nazarí de Granada quien supo llevar esta cultura a sus más altas cumbres.

No hablamos solo desde un punto de vista artístico, también supieron aprovechar el beneficio económico que, a través de un sistema de riegos, implicaba para la agricultura de las vegas y que resultó, a la postre, la mejor forma de integración social a través de una jerarquía que supiera controlar y gestionar, así como mantener, todos los cauces y canalizaciones capaces de traer el agua desde la sierra.

La cultura andalusí, en definitiva, retomaba la tradicional milenaria de la península arábiga, donde la tradición del oasis era vital en la sociología de aquellas tierras y aquellas gentes, que abandonaban su nomadismo en contadas ocasiones.

La Alhambra es, pues, la máxima expresión de esto que contamos, un lugar donde los sucesivos monarcas nazaríes lograron recrear esos oasis ancestrales, a la vez que proveían de agua a la ciudad. Son sus fuentes, sus canales, que nos han llegado a nuestros días en perfecto estado, lo que mejor simboliza los antiguos oasis, a la vez que refrescaban el ambiente y servían como riego de los increíbles jardines.

La Alhambra se construyó como un lugar donde sentirse como en casa, algo que no se le escapa al visitante, que puede hoy en día pasear por sus parques rememorando, como antaño hacían sus reales moradores, tierras más exóticas.

Y eso se consigue tan solo escuchando el rumor de los cauces, mágicos e inigualables, de la gran fortaleza roja.

Pero fue desde luego la cultura de Al-Andalus y, sobre todo, el reino nazarí de Granada quien supo llevar esta cultura a sus más altas cumbres.

No hablamos solo desde un punto de vista artístico, también supieron aprovechar el beneficio económico que, a través de un sistema de riegos, implicaba para la agricultura de las vegas y que resultó, a la postre, la mejor forma de integración social a través de una jerarquía que supiera controlar y gestionar, así como mantener, todos los cauces y canalizaciones capaces de traer el agua desde la sierra.

La cultura andalusí, en definitiva, retomaba la tradicional milenaria de la península arábiga, donde la tradición del oasis era vital en la sociología de aquellas tierras y aquellas gentes, que abandonaban su nomadismo en contadas ocasiones.

La Alhambra es, pues, la máxima expresión de esto que contamos, un lugar donde los sucesivos monarcas nazaríes lograron recrear esos oasis ancestrales, a la vez que proveían de agua a la ciudad. Son sus fuentes, sus canales, que nos han llegado a nuestros días en perfecto estado, lo que mejor simboliza los antiguos oasis, a la vez que refrescaban el ambiente y servían como riego de los increíbles jardines.

La Alhambra se construyó como un lugar donde sentirse como en casa, algo que no se le escapa al visitante, que puede hoy en día pasear por sus parques rememorando, como antaño hacían sus reales moradores, tierras más exóticas.

Y eso se consigue tan solo escuchando el rumor de los cauces, mágicos e inigualables, de la gran fortaleza roja.